Desde hace décadas, la movilidad y la infraestructura en las vías de comunicación del estado de Michoacán se habían centrado en la realización de obras públicas que solo buscaban reforzar las carpetas asfálticas, la creación de nuevas vialidades públicas y la ampliación de las mismas.
Esta política pública provocó que en algunas de las zonas urbanas más importantes del estado ocurriera un rezago en el transporte público, que ante el incremento de los costos en combustibles, automóviles y camiones, comenzó a tener un servicio cada vez más deficiente.
Este desgaste frecuente en las vialidades, el rezago en la tecnología y la falta de un servicio de calidad en muchas unidades del transporte urbano provocaron que la cultura vial de la Perla del Cupatitzio se centrara en acciones de organización del tráfico vial antes que en hechos de contención, como planes peatonales, construcción de más espacios públicos y alternativas de movilidad urbana.
Además, la agroindustria de Uruapan, con sus camiones de transporte pesado, ha provocado un desgaste acelerado en varios de los caminos y un incremento en el tráfico vehicular de toda la ciudad.
Por eso es importante que la administración estatal, encabezada por Alfredo Ramírez Bedolla, haya implementado proyectos de movilidad diferentes, con una gran magnitud urbana, una visión distinta y una inversión pocas veces vista en nuestra entidad.
Por un lado, encontramos el Metrobús planeado para la capital michoacana, un proyecto que, aunque ya se venía mencionando desde hacía varios años, nunca se había logrado concretar debido al músculo político e influencia que llegó a acumular el sector de los agremiados y líderes adscritos al transporte público.
Esta obra promete atravesar la capital michoacana de lado a lado, disminuir el flujo vehicular y, además, aportar un espacio más seguro que las unidades y rutas que se encuentran en circulación.
Por el otro, tenemos el proyecto del Teleférico de Uruapan, que cuenta con una inversión superior y que hoy en día se encuentra en construcción. Esta obra pública promete reactivar el turismo y ofrecer espacios seguros para transportarse de forma más eficaz en varios de los puntos más concurridos de la ciudad.
Es cierto que hasta el día de hoy han ocurrido ciertas animadversiones públicas al proyecto; sin embargo, lejos de buscar su cancelación total, los inconformes (los no politizados) solo buscan que se realice una obra que no los perjudique de forma directa a ellos o al medio ambiente.
Al final, ambos proyectos serán realizados y transformarán el rumbo de la movilidad urbana de nuestro estado, modernizando los medios de transporte y otorgando a las dos ciudades más grandes de Michoacán proyectos que perdurarán varias décadas.
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