Eduardo Ruíz Álvarez: un nombre que resuena en los pasillos de la historia y la cultura de Uruapan. Desde sus primeros años en esta pintoresca ciudad hasta su destacada carrera como político, historiador y escritor, la vida de Ruíz está tejida con hilos de pasión, conocimiento y compromiso. Explora los orígenes de este ilustre personaje, su formación académica y las influencias que lo llevaron a convertirse en un defensor apasionado de los uruapenses.
Familia y origen
Eduardo Ruiz Álvarez proviene de una familia de profundas raíces con orígenes en Paracho, Michoacán. Su padre, Don Toribio Ruiz, nació en 1816 en Paracho, al igual que sus padres. Quedó huérfano de padre a los siete años y su madre, Nicolasa Avilés, se volvió a casar, lo que obligó a Don Toribio a trabajar desde muy joven para ayudar en el hogar.
A pesar de su corta edad, Don Toribio comenzó a trabajar como profesor de primeras letras en Nurío y más tarde se dedicó al comercio. Viajaba hasta la Ciudad de México. En 1838, Don Toribio se casó con Jacoba Álvarez, una mestiza de Chilchota, desafiando las tradiciones de su comunidad. La pareja tuvo cuatro hijos: Eduardo(1839), Librada (1842), Cornelia (1845) y Agustina (1848).
Su padre, Don Toribio, entabló una estrecha amistado con el entonces célebre Melchor Ocampo, lo que facilitó oportunidades para que el joven Eduardo pudiera inciarse en el mundo de las letras y la política desde muy temprana edad.
Los primeros años de Eduardo Ruíz: explorando su infancia y juventud
Entre los años 1848 y 1849, Eduardo Ruiz Álvarez realizó sus estudios primarios en la ciudad de Pátzcuaro, bajo la tutela de su padre, quien en ese periodo ejercía como Prefecto del Distrito, un puesto con mayor autoridad que el de Presidente Municipal.
Ruiz Álvarez se matriculó en el Colegio de San Nicolás, donde se destacó por su seriedad y compromiso con el aprendizaje. Alcanzó el grado de bachiller en jurisprudencia y completó las carreras de Abogado y Notario Público. Sus exámenes finales se realizaron en Uruapan en 1863 y febrero de 1864, respectivamente, ya que en ese entonces se realizó el traslado de los Poderes del Estado debido a la Guerra de Intervención Francesa.
Su carrera profesional, entre las letras y las armas.
Ese mismo año inició su carrera política siendo secretario de Vicente Riva Palacio, un escritor, historiador, liberal y fiel seguidor de Benito Juárez. El joven Ruíz, pronto comenzó a escalar en el gobierno mexicano, al ser nombrado Jefe de la sección de estado mayor en la Secretaría de Guerra y auditor general del Ejército del centro.
Posteriormente se desempeñó como juez de letras y diputado, primero en el Congreso de Michoacán, y después en el Congreso de la Unión. En 1892, Eduardo Ruíz fue nombrado Procurador General de la Nación y al concluir sus labores, se colocó como Ministro de la Nación dentro de la Suprema Corte de Justicia.
La carrera profesional de Eduardo Ruíz lo convierte en una figura con una influencia única dentro de las decisiones del país en el siglo XIX y XX. Sin embargo su legado no se limita a su poder político, Eduardo Ruíz fue un escritor y periodista activo durante toda su vida, hecho que se vio reflejado en las obras que al día de hoy se pueden consultar.
Autor de figuras míticas como Eréndira, Ruíz Álvarez, se destaca por abordar temas nacionales desde la visión romántica del siglo XIX. Busca forjar una identidad nacional desde el pasado y aborda constantemente temas como la resistencia, la valentía, pero también la ambición por consolidarse como una nueva sociedad.
Creando el Parque Nacional
Eduardo Ruiz Álvarez, con su incansable labor como historiador y su compromiso con la preservación del patrimonio cultural, contribuyó significativamente a la existencia del Parque Nacional Barranca del Cupatitzio en Uruapan, Michoacán. Este hermoso paraje natural, conocido también como Parque Eduardo Ruiz, se estableció en una finca que perteneció a su familia.
La Quinta Ruíz, ubicada en el antiguo Uruapan, desempeñó un papel crucial en la organización y gestión local. Sin ella, no hubiera existido el emblema más bello que tiene la ciudad hasta el día de hoy: el Parque Nacional Barranca del Cupatitzio. Esta finca, propiedad de la familia Ruíz, fue el corazón de la creación del parque.
La visión de Eduardo Ruiz Álvarez, junto con su amor por la naturaleza y la historia, transformó este terreno en un espacio público que hoy nos permite disfrutar de la belleza natural y la tranquilidad que ofrece la Barranca del Cupatitzio.
Legado de Ruíz Álvarez
Eduardo plasmó sus reflexiones en papel. Sus obras, como Michoacán, Paisajes, Tradiciones y Leyendas, son ventanas al pasado, revelando la riqueza cultural y la diversidad de su tierra natal. Sus palabras nos transportan a épocas remotas, donde los mitos y las realidades se entrelazan en un tapiz vibrante. Su compromiso con la justicia y la equidad lo llevó a participar activamente en la defensa de la soberanía mexicana durante la Guerra contra la Intervención Francesa. Su valentía y liderazgo resonaron en los campos de batalla y en las salas de debate.
Eduardo Ruiz Álvarez no solo fue un hombre de letras, sino un defensor apasionado de su tierra y su gente. Su legado perdura en las páginas de los libros, en los rincones de Uruapan y en el corazón de quienes valoran el origen de lo que ha forjado a la Perla del Cupatitzio hasta el día de hoy.
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