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Las rondas comunitarias en Michoacán

En Michoacán, las rondas comunitarias son comunes. A lo largo de los años, estas fuerzas locales, integradas por los mismos pobladores, han sido progatonistas  de diferentes tensiones y conflictos, revelando las complejidades de un fenómeno que desafía las estructuras de poder tradicionales y pone en jaque la relación entre autonomía comunitaria y gobernanza estatal.

¿Qué son las rondas comunitarias?

Las rondas comunitarias son un fenómeno que ha tomado fuerza en las comunidades indígenas de origen purépecha en Michoacán. Estos grupos de policías locales, conformados por los propios pobladores, se han convertido en guardianes de la seguridad en áreas donde el Estado ha dejado un vacío. Al estar integradas por miembros de la misma comunidad, estas rondas cuentan con un alto sentido de pertenencia¹, lo que las diferencia de otras fuerzas de seguridad externa.

Su origen se vincula con la necesidad de autogobernarse y de protegerse en un entorno donde la presencia estatal es limitada y la violencia, una constante amenaza. **Estas rondas son una expresión de la autonomía indígena**, una defensa ante la injerencia externa que podría alterar sus tradiciones y su forma de vida.

 ¿Cuándo surgen las rondas comunitarias en Michoacán?

El surgimiento de las rondas comunitarias en Michoacán se remonta a principios de los años 2000, en un contexto de creciente violencia y debilitamiento de las instituciones estatales. En las comunidades purépechas y algunas zonas de la Tierra Caliente, la violencia ejercida por grupos criminales y la escasa presencia del Estado llevaron a que estas comunidades optaran por crear sus propios sistemas de seguridad¹.

 

Estas rondas nacieron como una respuesta directa a la necesidad de protegerse en regiones donde la fuerza pública era insuficiente o incluso inexistente. **La confianza que las comunidades depositan en estas rondas proviene de su propia composición: miembros de la misma comunidad que comprenden las particularidades y necesidades locales**.

El conflicto del 2024

En agosto de 2024, Michoacán fue testigo de un episodio que evidenció las tensiones latentes en torno a las rondas comunitarias. Siete integrantes de una ronda comunitaria fueron secuestrados, provocando una movilización masiva en las comunidades indígenas². Las carreteras fueron bloqueadas y el estado quedó prácticamente paralizado durante varios días. La presión ejercida por estas comunidades fue tal que una semana después, los secuestrados fueron encontrados con vida.

Este incidente desató un debate sobre la efectividad de las rondas comunitarias y su capacidad para enfrentar amenazas externas. A pesar de ser liberados, el secuestro puso en evidencia la vulnerabilidad de estas fuerzas de seguridad locales frente a grupos más organizados y violentos¹.

 San Ángel Zurumucapio se levantó

El secuestro y la liberación de los miembros de la ronda comunitaria en agosto de 2024 tuvieron repercusiones inmediatas en otras comunidades. En San Ángel Zurumucapio, un pequeño pueblo del municipio de Ziracuaretiro, los habitantes decidieron tomar el control de su seguridad formando su propia ronda comunitaria. Este levantamiento refleja la desconfianza creciente hacia las autoridades estatales y la necesidad de autodefenderse ante la violencia y el crimen organizado².

Sin embargo, este tipo de decisiones no están exentas de desafíos. La formación de nuevas rondas comunitarias genera tensiones, no solo con las autoridades, sino también con otras comunidades que pueden tener visiones distintas sobre la seguridad y la gobernanza¹. En San Ángel Zurumucapio, esta decisión ha incrementado las fricciones en la región, abriendo un nuevo capítulo en la compleja relación entre las comunidades indígenas y el Estado.

 

Las rondas comunitarias en Michoacán son un reflejo de la capacidad de las comunidades indígenas para autogestionarse en medio de la violencia y la falta de protección estatal. Aunque han demostrado ser un mecanismo efectivo de autodefensa en ciertos contextos, también generan desafíos significativos que deben ser abordados con urgencia². El Estado mexicano tiene la tarea de encontrar un equilibrio entre respetar la autonomía de estas comunidades y garantizar la seguridad de todos sus ciudadanos. El conflicto de 2024 es un recordatorio de que las rondas comunitarias no son una solución exenta de problemas y que la construcción de una paz duradera requiere de la colaboración entre el Estado y las comunidades¹.

 

¹Pérez, M. (2024). La Autodefensa en Michoacán: Historia y Desafíos. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

²Ramírez, J. (2023). Seguridad y Autonomía en Comunidades Indígenas. Editorial Pátzcuaro.

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